A un piojo malhumorado

Hay por ahí compañeros de hobbys que critican duramente la iniciativa tomada por los empresarios y empresarias palmeñas para promocionar el consumo en nuestra ciudad. Este compañero de blog, piojo malhumorado, ha debido tener algún roce con algún gran empresario de nuestra ciudad y hace "pagar justos por pecadores". Y el pobre, totalmente resentido, elabora una entrada donde pone en entre dicho la campaña de "compra en Palma", "consume Palma del Río". Ay! Ay! Ay! yo que siempre he pensado que este piojillo defendía a los trabajadores, a sus derechos y a sus sentimientos, parece que ha dejado de lado el sentido navideño que nos envuelven en estas fechas y ofuscado por su situación, ha olvidado que, a veces, el pequeño empresario, el zapatero, el panadero, el de la tienda de chupa chups, no son más que humildes trabajadores de nuestra ciudad. Trabajadores, que no sudan bajo la flor madura de nuestros naranjos, pero sí sufren ante la ausencia de compradores. Ay! Ay! Ay! piojillo de mi alma y de mi corazón, que hay empresarios explotadores y abusadores de empleados no te lo voy a poner en duda. Pero, no eches para atrás a los palmeños y palmeñas para que consuman en nuestro pueblo. Porque ese pequeño capital, mañana puede estar en tu bolsillo, pasado en el mio, y terminará nuevamente en el tuyo habiendo pasado por muchas manos y muchos estómagos. Así que todos los días comeremos y saciaremos nuestro apetito.

Yo sí animo a todos a consumir en Palma, y animo a consumir productos de nuestra tierra y elaborado por nuestra gente. Y piojo, lo siento, pero no todos somos palmeños por el mero echo de pagar impuestos o tener una residencia en nuestro pueblo. Ser palmeño se lleva en el corazón y en el alma, no en los bolsillos. Porque hay bolsillos que rebosan de dinero palmeño y que terminan en bolsillos ajenos a nuestras raíces. Que está muy bonito eso de ser solidario con los que no tiene, pero no me hagas ser solidarios con aquellos países que se están cargando nuestra economía porque tienen muchísimo poder tanto políticos como económico.

Y ya que la ocasión así lo merece, porqué no dar las gracias a la panadera de mi barrio que me ofrece un pan maravillosamente tierno; al carnicero de la esquina, que tiene una magnífica y fresca carne, que hará posible que en la nochebuena compartamos una buena cena; al zapatero, que ha arreglado perfectamente las tapas de los tacones de mi mujer para que pueda pasear bajo las luces de bajo consumo que ha instalado nuestras empresas palmeñas; Gracias a los trabajadores del campo que han recogido nuestras frutos más anaranjados y de los que me siento orgulloso; gracias a todos...