RECIÉN AMUEBLADA Y CON TODOS LOS
RECORTES SOCIALES POSIBLES.
Me
siento como la bandera muerta que no baila con el aire porque no lo hay y no
destapa el pecho al mundo. Un mundo que se cae y se maltrata a sí mismo
perdiéndose y pudriéndose en el más ruin de los vicios como es el afán de
poder. Pero poco a poco…
Va
faltando en mí ser espacio por el que mi sangre pueda correr libremente por lo
que mis venas y arterias se estrellan contra la epidermis con intención de agujerearla; Mis pupilas comienzan a temblar
ante la impotencia del no poder hacer nada; Mi garganta, ahora, teme tragar y
perder la última bocanada de aire puro, por lo que mi boca retiene la saliva
dadora de vida, voluntad y valor. Así es como la rabia va creando un torbellino
en mi interior capaz de hacer bullir la sangre hasta el punto de abrasar las
palmas de las manos, las cuales se resisten fuertemente a cerrar puños y
estamparlos contra las grietas enmascaradas e hijas del ayer. Pero, mi alma puede
más que mi educación conservada y refinada, por lo que enrosca los dedos y
apuñala este papel con la punta de un lápiz mal afilado.
Y
es que, me opongo a perder la herencia de mis padres y abuelos, y de todos los
que lucharon por los que años después despegarían las pestañas ante la libertad
y la igualdad. Me niego a arrodillarme ante los que se cruzan en mi camino
alzando el mentón con los bolsillos cargados de vanidad, arrogancia y soberbia
arcaica. Porque aquellos que defendían el color de la sangre y el verde de los
campos andaluces, sus ríos, sus norias, molinos y manantiales, mientras alzaban
sus corazones con la gloria de la esperanza, aquí y allí, no pueden haber
luchado en vano: no pueden haber llorado, sudado, sufrido y sangrado para
levantarse y elevar a países fronterizos
que hoy machacan a sus fieles sirvientes. Esta tierra curiosa y descubridora de
nuevos mundo es hoy colonizada a hurtadillas, amenazada y gobernada por
poderosos desconocedores de esta España lastimada. Estos que solo quieren
salvaguardar sus peludos traseros hacen callar el grito desgarrador y
silencioso de los españoles. Estos que son ayudado por una derecha que ya no es
ni tan siquiera nacionalista, sino que se siente europeísta, y encima, presumen
con orgullo de serlo. Una derecha que no es capaz de españolizar a Europa, sino
que se reverencia, en representación de “todos” los españoles, ante la Europa franco-alemana.
Pues, ¡yo no, Señores! ¡Yo no!, no pienso arrodillarme, porque las rodillas que
yo hincase sobre el suelo serían la de los muertos que nos proporcionaron lo
que es nuestro de por sí, los derechos.
Así
que, si España, nuestra España, está endeudada, ¿Por cuánto está subastándola
nuestro Presidente? ¿Estamos desahuciados los ciudadanos de nuestro propio
país, señor Rajoy?
INTERESADOS: LLAMAR A MONCLOA.
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